“Labor crítica de Manuel Valldeperes influyó en las artes plásticas”

Por María Ugarte

Si para el periodismo y las letras dominicanas, la muerte de don Manuel Valldeperes ha sido una pérdida sensible, en el mundo de las artes su ausencia deja un vacío difícil de llenar.

Desde su posición de crítico imparcial, ponderado y sereno, don Manuel contribuyó notablemente al desarrollo de las artes plásticas nacionales durante los últimos treinta años.

Esta página no podía dejar de rendirle un homenaje sencillo y sentido a quien realmente la creó, la modeló, le dio forma y categoría. Desde aquí, semana tras semana, en una labor continua y acuciosa, orientaba, señalaba logros e insinuaba fallos, vertía en una prosa conceptuosa y elegante, sus opiniones atinadas y, aunque siempre benévolo, sabía indicar entre líneas, discretamente, aquello que no debería de ser hecho. Y lo hacía sin ofender, sin herir, con la actitud del padre y del maestro que comparte con el hijo y el discípulo sus fracasos y sus éxitos.

Preparaba esta página con amor, y, experto como era en el arte de la tipografía, la diagramaba, combinaba los tipos, marcaba con precisión los cuadros y el picaje, titulaba con acierto los artículos.

Opuesto a dejarse influir por las opiniones de los otros, incluidos los artistas mismos, jamás don Manuel visitaba una exposición en las horas en que afluía el público. Sabía elegir el momento en que solo con él mismo, con su conciencia crítica, con su juicio estético, veía sin presiones ni cortapisas, desde todos los ángulos, las obras exhibidas. Allí elaboraba mentalmente sus artículos, sus críticas, que eran esperadas con impaciencia por los expositores y que eran leídas luego por el lector inquieto para encontrar en ellas conocimientos auténticos sobre las artes plásticas.

Varios artistas, jóvenes y veteranos por igual, han deseado externar sus opiniones sobre el intelectual desaparecido que, pese a no haber nacido en esta tierra, era tan dominicano de corazón como el que más.

¡Que sirva esta página de hoy como un tributo de respeto, de cariño y de agradecimiento, a quien supo infundir aliento y brindar orientación a tantos artistas que siempre encontraron en él una acogida cordial, una palabra de estímulo, un consejo oportuno!


Crítico creador

Para Prats-Ventós fue extraordinario oír explicar a don Manuel lo que él, como escultor, sabía ya sin poderlo interpretar en palabras: que el volumen de los espacios tiene tanta importancia como el volumen de las masas.

“Y es que Valldeperes” señala Prats-Ventós, “nos enseñó a definir el arte de nuestro tiempo. Los términos anacrónicos –Musas, Parnaso, Templo del Arte- no estaban en sus críticas y sí, en cambio, la constante relación del hombre con su medio”.

“Nos enseñó, vocabulario artístico. Fue objetivo e imparcial de la única manera en que se puede serlo en arte, es decir: totalmente subjetivo y apasionado con la belleza pura”.

“Como crítico”, agregó Prats-Ventós, “fue un gran creador”. Todos le debemos algo. En mí (tengo comentarios suyos de mi obra desde hace 25 años) intuyó siempre el próximo paso. Quizás esto contribuyó a que yo lo diese”.

“Pensé que sería buena idea repetir algún comentario suyo a mi obra, pero creo sería mejor reconocer que siempre le hice caso y que siempre confié en su juicio estético. Hay también estética en la vida y él fue ejemplo”.

Periódico El Caribe, 12 de diciembre de 1970. Pág. 5-A.

“Cualquier trazo lineal de Gausachs, por pequeño que sea, es un tratado de buen gusto”

Antonio Prats-Ventós


Periódico El Caribe, 17 de diciembre de 1972.


Llegué a Santo Domingo el 9 de enero de 1940. El Rey ya había condenado a muerte a mi padre, pintor y escultor anarquista y amigo de Durruti. La República le salvó la vida. Me sorprendió lo limpia y ordenada que la dictadura tenía Ciudad Trujillo, que así se llamaba Santo Domingo. Y recuerdo ese sol, esas frutas, esas mujeres…La ciudad entera olía a fruta, a papaya. Fue como renacer. Yo tenía 14 años”.

Lozano, Daniel. Delgado Lola. “Historias de Ultramar

Ediciones Península. Barcelona, España. 1999. Pág. 20.

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