Prats-Ventós. Esculturas

Por Jesús Hernández Lópezgil

En esta exposición el consagrado escultor Antonio Prats-Ventós acentúa sus rasgos característicos y extiende al presente la imagen de distintas advocaciones Marianas, destacando la de nuestra venerada Altagracia, como símbolo viviente de las creencias religiosas del pueblo dominicano. Su versión de los Rabinos es otra prueba de su concepción religiosa.

Estas elevadas motivaciones contrastan con su colección de Búhos. Es posible que instintivamente haya recurrido a esta ave rapaz, para prevenirnos a través de su arte de las asechanzas de la vida. No podemos olvidar que nuestro escultor es víctima a veces de su propia sinceridad, en su doble vertiente humana y artística, y no es indiferente al dolor ajeno.

Es una obra tan amplia y variada que podemos definirla como un triunfo del espíritu, porque a la vez evidencia una fuerza creadora y un poder de captación del medio ambiente.

Toni Prats, como atento observador de la época que vivimos, nos muestra la exuberancia del trópico, con su diversidad de formas y colores. En sus oquedades escultóricas nos parece percibir un eco titubeante como presagio de un futuro. Pero sus rasgos no son violentos ni tienen cortes bruscos y responden a una cálida estructura. No podemos decir que ésta sea una aventura de la imaginación sino un espontáneo estremecimiento frente a los misterios y circunstancias de la vida.

Aunque en la actualidad se permiten todos los extremismos en el dominio pictórico y escultórico, la obra de Toni Prats se hace sentir por su equilibrio dinámico, que bien puede desprenderse de una concordancia entre la vida afectiva y la vida intelectiva.

Toni Prats es obra de su propio esfuerzo, pues desde su adolescencia está entregado sin desmayo a su arte y el tiempo no le ha hecho marchitar el impulso creador de sus años juveniles.


Instituto Dominicano de Cultura Hispánica. Santo Domingo, R. D. 10 de diciembre de 1982. Impresión: Amigo del Hogar. Santo Domingo, R. D.

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