Antonio Prats-Ventós. Colección La Selva
Por María Ugarte
La fuerza sensual y agresiva de la naturaleza tropical toma cuerpo, adquiere formas y se manifiesta vigorosa y pujante en las piezas que integran “La Selva” de Antonio Prats-Ventós.
Redondeces y oquedades, masas y espacios, se alternan con pronunciadas protuberancias de la madera, audaces en su expresión erótica, cargadas de pasión y vehemencia.
En esta serie que hoy presenta el artista en Altos de Chavón, la exuberancia de las regiones cálidas se revela variada, disonante y múltiple y puede encarnarse tanto en una escultura ancha y sólida como en una talla que evoca el movimiento sinuoso y traicionero de un reptil o en la esbelta y desafiante verticalidad de una pieza en la que la madera, trémula, se prolonga delgada y flexible en lo que podrían ser hojas o podrían ser alas. Y a veces sugiere también, en un volumen de valiosa caoba, la sensación jugosa y dulce, de carne blanda y suculenta, de una sabrosa fruta.
Prats-Ventós se ha planteado un reto: responder a su idea de lo que es una selva tropical e identificarla con un tipo de escultura que pueda convertirse en la auténtica y fiel presentación del arte de nuestras islas, las islas del Caribe.
Pero no un arte que a la fuerza de torpe se le llamase ingenuo, o que a honra y gloria de su poco oficio se le bautice eufemísticamente con el nombre de primitivo. Primitivas son, esto sí, las selvas tropicales que inspiran al artista, pero su mano de maestro, junto a su extraordinaria sensibilidad, transforma la materia virgen en obras capaces de sugerir la fuerza y el poder avasallante de regiones inhóspitas pobladas de criaturas extrañas del mundo vegetal.
La Selva es, en realidad, la respuesta directa, clara y contundente a esa necesidad perentoria y compulsiva que siente Prats-Ventós por llevar al arte, libremente, lo que él palpa, vive y ama de la naturaleza tropical: pasión, energía, desafío, disonancias, variedad, riqueza; múltiples sensaciones todas que atraen y que rechazan para, finalmente, envolver al artista en su círculo mágico y fascinante.
Prats-Ventós tomó la decisión de exponer en Altos de Chavón 22 esculturas de La Selva consciente de que el lugar ha alcanzado una posición señera dentro de las actividades plásticas; de que su proyección en el arte dominicano ha sido positiva y estimulante; y de que la mejor forma de contribuir a que esta situación se mantenga y amplíe es aportando cada uno su colaboración en la medida de sus posibilidades. Y para él, llevar La Selva a la Ciudad de los Artistas es, precisamente, el modo en que estima puede mejor concretizar su colaboración con este encomiable esfuerzo cultural.
Altos de Chavón, 1981. La Romana, R. D. Impresión: Amigo del Hogar. Santo Domingo, R. D.